martes, 23 de junio de 2009

El frío caminar entre los cantos rodados del lecho azul del invierno.

El lento suspirar de la manifestación renovándose.

El simple sonreir.

El pájaro multicolor que tras la destrucción de su Nido es libre.

El sol desde su centro-muerte se expande en sueños dorados de vida.

lunes, 15 de junio de 2009

Peter Camenzind II (Hermann Hesse)


"Uno de mis profundos orgullos es haberme enamorado sólo de mujeres hermosas."

"Y hablando del amor confieso que he seguido siendo un adolescente a todo lo largo de mi vida. Para mí ha sido siempre el amor a las mujeres una limpia adoración, una clara llama levantada sobre el cenegal de mi ser o un gesto implorante elevado a la altura. Comenzando por mi madre y debido precisamente a ese confuso sentimiento latente en mi interior, he venerado en la mujer como si fuera una raza extraña y bella que nos otorgara el don de esa belleza a cambio de una muda contemplación, de una emoción elevada como la que nos produce la visión de las estrellas o de las cumbres, lejanas de nosotros pero mucho más cerca de Dios."

"Mucho más noble y dichosa que la gloria, el amor, el vino o la sabiduría, fue mi amistad. Ella sola iluminó aquella época de mi vida y prestó color y alegría a mis años juveniles de estudiante. Aun hoy sé que en el mundo no hay nada más delicioso que una amistad leal y verdadera entre hombres y si al recuerdo de los días pasados me acomete algo parecido a la nostalgia de la juventud, únicamente se lo debo a aquella amistad."

"Volví a ver con los ojos del recuerdo, la muerte de mi madre. Volví a ver sus facciones alteradas por el lento trabajo de la muerte y sus manos exánimes. Su rostro, agrio y cansado, pero transido en un aire de bondad, como si la muerte fuera una madre solícita que quisiera arrullarla en su regazo.

Su ejemplo hizo que considerara en aquellos instantes a la muerte como una hermana solítica, inteligente y buena, que conoce la hora justa y a la que debemos esperar con confianza. Y comencé a comprender también que el dolor, los desengaños y la melancolía no existen para molestarnos, para sumirnos en un abismo de desasosiego e inutilidad, sino para poner a prueba nuestro temple y madurar nuestro ser."

"-Es usted poeta -dijo la muchacha.
Esbocé un gesto que quiso ser burlón.
-No quise decir eso -rectificó turbada la muchacha.- No es usted poeta y escritor porque escribe novelas y ensayos en los periódicos, sino porque comprende bien a la Naturaleza y ama sus encantos. ¿Qué sienten los demás cuando el viento agita las ramas de un árbol o el sol se refleja en las rocas de la montaña? Para ellos eso no es nada. Pero para usted es toda una vida, toda una existencia que puede vivir también."

"No existe nada que sea tan ennoblecedor como un amor sin palabras, estático y sin pasión."

"Tiempo atrás, llegué a creer que ser amado sin amar a nuestra vez, debía ser un goce especial y delicioso. Pero en aquel momento me di cuenta de la falsedad de mi pensamiento y sentí todo lo penoso que era saberse querido sin poder corresponder."

"Y con ello me fui dando cada vez más cuenta de que la felicidad tiene muy poco que ver con la satisfacción de los deseos externos y que los dolores de los jovencillos enamorados, tan penosos y desoladores, están, sin embargo, desprovistos de toda tragedia. Era cierto que me dolía no poder alcanzar el amor de Elisabeth, pero mi vida, mi libertad, mi trabajo y mis convicciones permanecían enteras y podía seguir amándola a distancia como antes, tanto como quisiera."

"Deseaba enseñarles a ser buenos hermanos de todo lo creado, de todo lo vivo y llegar a estar tan henchidos de amor, que incluso el dolor de la muerte no pudiera atemorizarlos y recibieran como una hermana seria y mayor cuando fuera a buscarles."

"El nuevo amor era más fuerte que todos los anteriores y también más silencioso, más recogido e impregnado de una mayor beatitud."

"Pero a pesar de esas súbitas explosiones, mi amor por Elisabeth fue cambiando y al egoísmo amoroso de la juventud sucedió una veneración silenciosa y llena de respeto."

"El amor siempre es así. Va unido al dolor y tarde o temprano atormenta a los que se rinden a él. ¿Pero qué importa lo doloroso de toda nuestra existencia si al mismo tiempo nos sentimos unidos a nuestros semejantes, estrechamente ligados a todo lo que nos rodea y vive al mismo tiempo que nosotros?"

Peter Camenzind I (Hermann Hesse)

"La vista de los árboles, en cambio, causaba una impresión mucho más honda y grave en mi ánimo. Mis ojos trataban de escrutar la vida en cada uno de ellos, la forma peculiar de su copa y de su tronco y también la propia manera de proyectar su sombra. Parecíanme ermitaños y guerreros, emparentados de cerca con las montañas e identificados con ellas, pues todos y especialmente los que crecían en las alturas, tenían también su propia lucha por la existencia; pugna constante con el viento, el tiempo y las rocas. Cada cual llevaba su cruz y por eso tenía sus propias conformaciones y sus heridas especiales. Había pinos a los que las tempestades habían respetado tan sólo las ramas de un lado, y otros que crecían retorcidos como serpientes en torno a las rocas desprendidas de las cumbres, de tal modo que ambos se confundían sosteniéndose mutuamente y semejando un solo cuerpo. Esos aparecían a mis ojos como los más belicosos de todos los guerreros y en tal condición despertaban en mí respeto y temor al mismo tiempo."

"Hasta entonces no había tenido ni una sola noción de la "hermosa literatura", pero a Heine siguieron Goethe y Shakespeare y súbitamente se transformaron las letras en divinidades capaces de regir mi completa existencia."

"Poco a poco se fue infiltrando en mi ánimo la convicción de que yo era tan sólo un espectador y que el mundo que tenía a mis pies estaba aguardando a que yo le descubriera una parte de sus tesoros, a que levantara el velo de lo fortuito y de lo común y que salvara y eternizara lo descubierto con el vigor de mi poesía."

"En los más, hallé toda la energía del pensamiento y la pasión dirigidos a las condiciones y organización de la sociedad, del Estado, de las ciencias, de las artes y de los métodos de enseñanza, y en los menos me pareció ver el conocimiento de la necesidad de dedicarse a sí mismos, sin dejarse llevar por un provecho exterior y de aclarar su personal razón frente a otras preocupaciones de carácter menos urgente. En mi mismo sentí latir también esa misma ansia, aun medio oculta y adormilada en mi interior."

"De nuevo tuve la convicción de que yo no estaba hecho para la vida hogareña y reposada entre los hombres, en el seno de las ciudades y de las casas, sino para la libre existencia en las montañas o el continuo navegar por el mar y el obscuro impulso volvió a surgir en mí, el viejo y melancólico anhelo de echarme en el pecho de Dios, y hermana mi minúscula vida con lo infinito y perenne."

"Ya en Zurich había escrito algunas sátiras sobre la forma de nuestra existencia actual, pero en Florencia me di cuenta por vez primera de toda la risible ridiculez de nuestra moderna cultura. Y también allí me acometió la sospecha de que acaso mi sino fuera ser durante toda mi vida un extraño para aquella sociedad a la que pertenecía."

"Pues a mi entender, el arte de todos los tiempos se ha esforzado en dar un lenguaje y una expresión al mundo anhelo de lo divino que late en el alma de los humanos."

"Dos inclinaciones poderosas luchaban en mí contra el puro amor a la Naturaleza y le impedían conducirme hasta el conocimiento verdadero de la vida. Era bebedor y detestaba a los hombres."

"No me alegraba la compañía de mis semejantes, vivía en la soledad de un eremita y estaba siempre dispuesto a arremeter contra las cosas humanas con las armas del sarcasmo y el menosprecio."

"Siempre tuve ojos para todo lo grotesco y lo irónico de la vida y siempre arruiné la alegría con el sarcasmo, pero a partir de aquel instante fui volviendo poco a poco la mirada hacia el humor de la existencia y me pareció mucho más posible y más sencillo reconciliarme con mis estrellas y alcanzar aún algunos apetitosos bocados del festín de la vida".

"Quería recordarles que tanto los cantos de los poetas como los sueños de nuestras noches, tanto los torrentes, los ríos y los mares, como las nubes y las tempestades, son símbolos y portadores de nuestros anhelos de inmortalidad. El más íntimo meollo de cada ser, de cada alma, es esa seguridad de ser inmortales que llevamos en nosotros. Sabemos que lo bueno, lo sano, lo luminoso, nos habla de Dios y la inmortalidad, mientras que lo malo, lo enfermo y lo horroroso, sólo acierta a expresarse y creer en la idea de la muerte."