viernes, 7 de noviembre de 2008

El señor me poseyó al comienzo de sus caminos, antes de hacer cosa alguna, desde el principio. Fui establecida desde la eternidad, y desde los tiempos antiguos, antes de que fuese creada la tierra. No existían todavía los abismos, y ya había sido concebida; no habían brotado todavía las fuentes de las aguas; no se habían alzado todavía las montañas con su pesada masa; vi la luz antes que las colinas. Aún no había hecho el Señor la tierra, ni las flores, ni las bases del universo. Cuando estaba preparando los cielos, allí estaba yo; cuando ponía en torno a los abismos sus límites con ley inviolable, cuando asentaba el aire en las regiones superiores y equilibraba las fuentes de las aguas; cuando ponía en torno al mar los límites e imponía una ley a las aguas, para que no atravesaran sus límites, cuando ponía los cimientos de la tierra, yo estaba con Él, regulando todas las cosas, y yo estaba cada día en las delicias, jugando sin cesar ante él, jugando sobre el orbe de la tierra... (Prov. 8, 22-23)

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