lunes, 15 de junio de 2009

Peter Camenzind II (Hermann Hesse)


"Uno de mis profundos orgullos es haberme enamorado sólo de mujeres hermosas."

"Y hablando del amor confieso que he seguido siendo un adolescente a todo lo largo de mi vida. Para mí ha sido siempre el amor a las mujeres una limpia adoración, una clara llama levantada sobre el cenegal de mi ser o un gesto implorante elevado a la altura. Comenzando por mi madre y debido precisamente a ese confuso sentimiento latente en mi interior, he venerado en la mujer como si fuera una raza extraña y bella que nos otorgara el don de esa belleza a cambio de una muda contemplación, de una emoción elevada como la que nos produce la visión de las estrellas o de las cumbres, lejanas de nosotros pero mucho más cerca de Dios."

"Mucho más noble y dichosa que la gloria, el amor, el vino o la sabiduría, fue mi amistad. Ella sola iluminó aquella época de mi vida y prestó color y alegría a mis años juveniles de estudiante. Aun hoy sé que en el mundo no hay nada más delicioso que una amistad leal y verdadera entre hombres y si al recuerdo de los días pasados me acomete algo parecido a la nostalgia de la juventud, únicamente se lo debo a aquella amistad."

"Volví a ver con los ojos del recuerdo, la muerte de mi madre. Volví a ver sus facciones alteradas por el lento trabajo de la muerte y sus manos exánimes. Su rostro, agrio y cansado, pero transido en un aire de bondad, como si la muerte fuera una madre solícita que quisiera arrullarla en su regazo.

Su ejemplo hizo que considerara en aquellos instantes a la muerte como una hermana solítica, inteligente y buena, que conoce la hora justa y a la que debemos esperar con confianza. Y comencé a comprender también que el dolor, los desengaños y la melancolía no existen para molestarnos, para sumirnos en un abismo de desasosiego e inutilidad, sino para poner a prueba nuestro temple y madurar nuestro ser."

"-Es usted poeta -dijo la muchacha.
Esbocé un gesto que quiso ser burlón.
-No quise decir eso -rectificó turbada la muchacha.- No es usted poeta y escritor porque escribe novelas y ensayos en los periódicos, sino porque comprende bien a la Naturaleza y ama sus encantos. ¿Qué sienten los demás cuando el viento agita las ramas de un árbol o el sol se refleja en las rocas de la montaña? Para ellos eso no es nada. Pero para usted es toda una vida, toda una existencia que puede vivir también."

"No existe nada que sea tan ennoblecedor como un amor sin palabras, estático y sin pasión."

"Tiempo atrás, llegué a creer que ser amado sin amar a nuestra vez, debía ser un goce especial y delicioso. Pero en aquel momento me di cuenta de la falsedad de mi pensamiento y sentí todo lo penoso que era saberse querido sin poder corresponder."

"Y con ello me fui dando cada vez más cuenta de que la felicidad tiene muy poco que ver con la satisfacción de los deseos externos y que los dolores de los jovencillos enamorados, tan penosos y desoladores, están, sin embargo, desprovistos de toda tragedia. Era cierto que me dolía no poder alcanzar el amor de Elisabeth, pero mi vida, mi libertad, mi trabajo y mis convicciones permanecían enteras y podía seguir amándola a distancia como antes, tanto como quisiera."

"Deseaba enseñarles a ser buenos hermanos de todo lo creado, de todo lo vivo y llegar a estar tan henchidos de amor, que incluso el dolor de la muerte no pudiera atemorizarlos y recibieran como una hermana seria y mayor cuando fuera a buscarles."

"El nuevo amor era más fuerte que todos los anteriores y también más silencioso, más recogido e impregnado de una mayor beatitud."

"Pero a pesar de esas súbitas explosiones, mi amor por Elisabeth fue cambiando y al egoísmo amoroso de la juventud sucedió una veneración silenciosa y llena de respeto."

"El amor siempre es así. Va unido al dolor y tarde o temprano atormenta a los que se rinden a él. ¿Pero qué importa lo doloroso de toda nuestra existencia si al mismo tiempo nos sentimos unidos a nuestros semejantes, estrechamente ligados a todo lo que nos rodea y vive al mismo tiempo que nosotros?"

1 comentario:

EM. dijo...

No es raro que semejante autor, nos saque algunas lágrimas. Sublime.