jueves, 27 de agosto de 2009

La sonrisa del mundo

Quien escribe, en el fondo, sabe porque lo hace. Quien lee, en el fondo, también:

"En pocas palabras: teóricamente soy un santo que ama al mundo entero, pero prácticamente soy un agoísta que sólo desea ser dejado en paz. Me retiro del pueblo y de los hombres y creo, a medias, que tal postura queda un poco justificada por mi trabajo, que tiene lugar en la soledad y quietud y, no obstante, pertenece al fin y al cabo a todos. Mas también cabe la posibilidad de que los lectores de mis libros, los que me escriben cartas, sean unos solitarios como yo y encuentren en mí, simplemente, una confirmación de su modo de ser, una disculpa más para su falta de dinámica afectiva, de entrega, de obsesión. Sirvo con mi vida y mi trabajo a una pequeña minoría de personas singulares, y los patriotas pueden tener razón al afirmar que soy un hombre cerebral sin sentimientos, y ademas un egoísta."

Hermann Hesse

2 comentarios:

Vajrapani dijo...

Tal vez el hombre profundo deba matar a sus sentimientos y tornarse cerebral para evitar que estos lo maten a él.

Vajrapani dijo...

Ubicate, no sé que te posteas a vos mismo.